Según el diccionario de la RAE, el Altruismo se define como “Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio”. Otra definición de la misma fuente es “Fenómeno por el que algunos genes o individuos de la misma especie benefician a otros a costa de sí mismos”. Según ello, el altruismo pareciera ser algo “contra-natura”, ya que en ambas acepciones se indica un comportamiento que pareciera ser en contra del propio individuo o de sus intereses.
La Biblia, libro santo para los creyentes católicos y cristianos indica en Filipenses 2:3 “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo”. Para ellos el altruismo es natural como parte de su creencia, ya que según esto Dios enaltece al que se humilla (sirviendo a los demás antes que a si mismo), porque sigue el ejemplo de Jesus, quien murió en la cruz para limpiar el pecado del mundo, cargándose él mismo con dichos pecados pasados, presentes y futuros. Independientemente entonces de nuestra fé o la falta de ella, queda claro que una persona altruista sacrifica su egoísmo natural por el bien de otro o de otros, favoreciendo el bien colectivo por encima del individual. Evidentemente, en el mundo actual no es precisamente un pensamiento ni una actitud muy popular. Los tiempos modernos impulsan al ser humano a la autovaloración y reafirmación de sus intereses individuales por encima del colectivo. Nos hemos convertido en una civilización ególatra y egocéntrica, conceptos estos muy contrarios al Altruismo.
Sin embargo, por considerarse “políticamente correcto” el preocuparse por los demás, abundan las obras de caridad, las iniciativas de responsabilidad social empresarial y las actividades propias del llamado “tercer sector”, conformado por fundaciones, ONGs y grupos de apoyo a los mas necesitados. Pero lamentablemente muchas de estos “proyectos sociales” ocultan el interés de algunas empresas e individuos en reducir su carga tributaria, convertirse en receptores de fondos públicos o simplemente tranquilizar la conciencia de personas con poder y dinero, al hacer notar a los demás que ayudan a los que lo necesitan. Esto definitivamente no tiene nada que ver con el genuino y auténtico Altruismo, el cual como hemos definido al principio, se trata de actuar a favor de otros sin dar prioridad o preferencia a nuestros intereses. La pregunta sería ¿porque un individuo podría por encima de sus intereses los de otros? Y la respuesta es muy simple: Porque se siente realizado al hacerlo y ver las consecuencias positivas de su acción. Este resultado le llena mas que el actuar de forma egoísta, acumulando para sí o reteniendo lo que puede dar a otros. Es la base de lo que se ha dado en llamar la Ley de la Siembra y Cosecha, según la cual mientras mas demos a otros de lo que tenemos o compartimos con otros nuestros recursos, habilidades o talentos, mas recibimos en satisfacción interna, sintiendo la tranquilidad de estar cumpliendo un propósito que trasciende nuestra propia existencia. Frases como “haz el bien sin mirar a quien” o “hoy por ti, mañana por mi” reflejan esta poco usual, pero esperanzadora forma de pensar y vivir.
Un excelente ejemplo de ello se ilustra en una popular película de hace un par de décadas llamada “Cadena de Favores (Pay Forward)” protagonizada por Kevin Spacey, Helen Hunt y Jon Von Jovi y basada en la novela homónima de Catherine Ryan Hyde. En la misma, se ve como una serie de eventos encadenados representados por personas que ayudan a otros sin ningún interés propio, termina en un desenlace en el cual el favorecido es justo quien inicio la primera acción de ayuda (favor). Representa una metáfora visual de cómo quien actúa de forma altruista, tarde o temprano recibe un beneficio de alguien que hace lo propio con dicha persona. Por tanto, podemos concluir afirmando que si tan sólo una pequeña parte de la humanidad practicara el Altruismo de forma sincera, tal vez estas acciones serían suficientemente contagiosas para generar la Pandemia que verdaderamente el mundo necesita a fin de lograr la verdadera felicidad humana que ni el dinero, ni el avance tecnológico ni toda el desarrollo de la humanidad ha logrado hasta hoy. Y no hace falta para ello ser Bill Gates o Elon Musk, grandes filántropos actuales (lo cual no necesariamente los convierte en altruistas) para practicar esta filosofia de vida. Es a traves de las sencillas acciones cotidianas que podemos comenzar nuestra porpia Cadena de Favores.
POR: Alberto Arévalo
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